La tipografía y las protestas modernas

Mensajes contundentes: La tipografía y las protestas modernas.

La tipografía y las protestas modernas

Cuestiones creativas

En esencia, los tipos narran historias. Las formas de las letras transmiten un mensaje. Y dichos mensajes quizás encuentren su máxima expresión en los diseños para protestas liderados por la comunidad.

Nada captura la pasión y la espontaneidad de la protesta como los carteles hechos a mano. En ocasiones, el carácter urgente de las protestas nos obliga a coger un rotulador y ponernos a escribir.

Aunque es posible que muchas de las personas que elaboran carteles y pancartas para marchas y manifestaciones no se consideren especialistas en diseño gráfico, se convierten precisamente en eso en el momento en el que colocan letras en un soporte. Cada cartel es el reflejo de una historia más larga y contiene un mensaje que es sumamente personal y que, al mismo tiempo, expresa los pensamientos de un movimiento más amplio. Se crean desde la ira y la tristeza, y capturan la esencia de lo que representa el mejor diseño: impulsar el cambio.

«Acabar con las falsas distinciones».

La historia y el desarrollo de las tecnologías de fuentes e impresión han desempeñado un papel crucial en la forma en la que se crean los materiales de protesta y se difunden los mensajes. Durante la segunda mitad del siglo XX, herramientas como las prensas de serigrafía se hicieron más accesibles que nunca y ofrecieron la combinación perfecta entre arte y activismo.

Aunque es posible que muchas de las personas que elaboran carteles y pancartas para marchas y manifestaciones no se consideren especialistas en diseño gráfico, se convierten precisamente en eso en el momento en el que colocan letras en un soporte.

Algunos sitios se hicieron famosos al aceptar encargos rápidos y económicos para campañas, como el Poster Workshop en Camden Road, Londres, que estuvo abierto desde 1968 hasta 1971. El colectivo, que ofrecía sus instalaciones a huelguistas, grupos de derechos civiles y movimientos de liberación, como el grupo London Squatters Campaign, dirigía el taller con el propósito de fomentar respuestas a una gran variedad de temas políticos y globales, como los derechos laborales, el conflicto de Irlanda del Norte y la guerra de Vietnam.

Los estilos de diseño, así como los métodos para elaborar los diseños finales, también forman parte de un linaje histórico. Consideremos los movimientos feministas de los años 60 y 70: muchas imágenes parecen inspirarse directamente en las comunicaciones del movimiento por los derechos civiles que tuvo lugar en la misma época. La artista Lucia Vernarelli usaba un estilo xilográfico en sus láminas similar al que empleaba Emory Douglas en sus diseños para el Partido Pantera Negra.

Sin embargo, fuera de la industria creativa, no siempre es adecuado emplear la etiqueta «diseño» en el contexto de movimientos de protesta populares. La académica Dori Tunstall ha escrito mucho sobre cómo pueden aplicarse los principios de la antropología del diseño a la organización comunitaria. En un ensayo de 2016 publicado en el Feminist Organization’s Handbook de WCCW, afirma que es esencial para las personas «acabar con las falsas distinciones entre arte, artesanía y diseño» para contrarrestar las «jerarquías» que logran colarse incluso en el activismo comunitario.

Según Tunstall, «el activismo basado en el arte recibe mayor reconocimiento en la prensa y, muchas veces, más apoyo económico», seguido por el «activismo basado en la artesanía… debido a la percepción de autenticidad arraigada» y, finalmente, «el activismo basado en el diseño queda en último lugar, ya que se considera demasiado “profesional” para la base, pero demasiado “generalizado” para la expresión artística».

Señala que estas distinciones son principalmente parte del discurso europeo: en otras culturas, las personas simplemente crean sin plantearse qué son, o su lugar en «la lucha».

Democratizar el diseño: la comunidad por encima de la imagen de marca.

En la última década, estas distinciones se han ido desvaneciendo, por no decir que se han ido desarticulando casi por completo. Desde la llegada de la tecnología digital, la democratización de las herramientas de software creativas ha permitido que se afiance un enfoque más orientado a la comunidad y menos egocéntrico, y cada vez más diseñadores y diseñadoras crean obras de código abierto o que se pueden descargar gratis.

Una de las fortalezas del movimiento «Marcha de las Mujeres», por ejemplo, radica en su ausencia de marca o identidad visual específica, según lo definirían las «grandes agencias». El movimiento comenzó en Estados Unidos a principios de 2017, tras la investidura de Donald Trump, y desde entonces se ha convertido en una acción de resistencia global contra el presidente estadounidense y sus comentarios misóginos, afianzándose aún más en la sociedad y el gobierno por igual.

Algunas de las imágenes emblemáticas que han surgido de este movimiento son el cartel de Hayley Gilmore con la frase «A woman's place is in the resistance» («El lugar de una mujer está en la resistencia»), con llamativas letras mayúsculas sobre una imagen en color rojo, y el símbolo «Femme Fists» (puños de mujer en alto), de Deva Pardue.

El lugar de una mujer está en la resistencia

Otro icono que surgió del movimiento fue la camiseta «Nasty Woman» de la diseñadora autodidacta Amanda Brinkman. Su diseño utiliza letras negras sencillas para convertir el insulto de Trump de «nasty woman» («mujer desagradable»), que lanzó a Hillary Clinton durante uno de sus debates presidenciales en 2016, en el icono desafiante y adorable de una camiseta cuya recaudación se destina a Planned Parenthood. «Combiné la frase con el corazón rosa porque pensé que era gracioso y totalmente opuesto al mensaje», comenta en una entrevista realizada por Forbes. Estos símbolos forman una miríada de expresiones visuales, lo que permite que el paraguas de la Marcha de las Mujeres incluya una amplia variedad de causas y organizaciones.

El diseño para el activismo está evolucionando hacia recursos de código abierto, creados y compartidos en línea para que cualquier persona los utilice. Uno de los ejemplos recientes más famosos es la serie de carteles de Shepard Fairey con la frase «We the People» («Nosotros, el pueblo» o «Nosotras, el pueblo»), que tienen como objetivo «combatir el auge del nacionalismo, el fanatismo y la intolerancia» y que cualquier persona puede descargar y usar gratis.

«Los y las profesionales del diseño consideran que están cediendo la propiedad o renunciando a los derechos de autoría, ya que saben que pueden tener un mayor impacto si permiten que su trabajo se difunda, no solo a través de la tecnología, sino también a través de la protesta», comenta Margaret Cubbage, comisaria del Museo de Diseño de Londres, al portal Eye on Design. «Es un gran cambio, y muestra el impacto del diseño gráfico en la divulgación y difusión de un mensaje. Quieren que la gente lo use de verdad».

Aunque la mayoría de los materiales de protesta se crean de manera poco convencional, montados rápidamente y sin intención de que perduren más allá de una manifestación, la exposición del Museo de Diseño de 2018 «Hope to Nope: Graphics and Politics 2008-18» presentó dichas obras en el inusual contexto de una instalación museística de «diseño» propiamente dicha.

Como era de esperar, muchas de las estrellas de la exhibición se centraban en la tipografía, como la bandera del artista Dread Scott en apoyo al movimiento «Black Lives Matter». La obra replica una bandera que ondeaba en la sede nacional de la organización de derechos civiles Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color (NAACP, por sus siglas en inglés) entre 1920 y 1938, en memoria de los linchamientos de personas negras en Estados Unidos. La bandera de Scott, creada en respuesta al tiroteo policial que acabó con la vida de Walter Scott, un hombre negro desarmado, en 2015, utiliza las mismas letras impactantes y blancas en mayúsculas sobre un fondo negro, con la frase «A man was lynched by police yesterday» («Un hombre fue linchado por la policía ayer»).

El artista ha expresado que su obra tiene varios propósitos: resaltar el papel de los tiroteos policiales de las últimas décadas para «atemorizar a las personas negras», al igual que lo hacían los linchamientos en el pasado; fomentar el debate público en torno a estas acciones racistas; y proporcionar un símbolo de esperanza en el cambio.

Aunque la exposición resaltaba las amplias oportunidades que ofrecen la tipografía y el diseño para crear impacto, también hacía hincapié en sus limitaciones. Una de las comisarias de la exposición, Lucienne Roberts de GraphicDesign&, expresó a Eye on Design lo siguiente en 2018: «Una gran parte del diseño gráfico respalda el capitalismo en un sentido amplio, y supongo que eso nos lleva a muchas personas a cuestionar el valor de lo que hacemos. Elaborar proyectos con una orientación más social nos hace sentir que estamos aportando algo más significativo, y hasta cierto punto eso es cierto». Esta es una cuestión interesante, satirizada con agudeza por el cartel de Oddly Head, que también formó parte de la exposición, en el que figura la siguiente frase: «Slogans in nice typefaces won’t save the human races» («Los lemas con tipos de letras sofisticadas no salvarán a las razas humanas»).

Las plataformas de redes sociales también se han convertido en herramientas esenciales de protesta y son un aspecto crucial de la democratización del diseño en el activismo. El ilustrador y profesor universitario Sam Rowe creó un sitio sencillo para que cualquier persona suba sus propios diseños de protesta relacionados con el movimiento «Black Lives Matter», con el fin de que otras los utilicen, y también creó su primera fuente: un tipo de letra para carteles denominada Revolt. Promocionada como «una fuente cabreada para personas cabreadas», Rowe pretende que Revolt se utilice en protestas y manifestaciones, y afirma que «fue concebida y diseñada con ira y debe usarse de esa manera», y que «racistas, fascistas y otros incitadores al odio no pueden comprar ni usar esta fuente». Se puede descargar de forma gratuita o pagando la cantidad que se desee. Todo el dinero recaudado se divide equitativamente entre UKBLM y el fondo National Bail Out.

En algunos casos, las propias fuentes pueden ser una forma de activismo, como se ejemplifica en el trabajo de Vocal Type. Fundada en 2016 por Tré Seals junto con su estudio homónimo con sede en Maryland, Vocal Type surgió inicialmente de la frustración. Seals estaba buscando ideas en Internet para un proyecto de identidad y se dio cuenta, de nuevo, de que todo lo que veía «tenía el mismo aspecto». Pensó que quizás esto se debía a la «obsesión por las cuadrículas y la perfección» de los diseñadores y diseñadoras; pero, en realidad, se atribuía en gran medida a la homogeneidad racial de la industria.

Al indagar en las estadísticas, Seals descubrió que solo entre el 3 y el 3,5 % de los diseñadores y diseñadoras en activo de Estados Unidos son afroamericanos o afroamericanas. Este hallazgo le llevó a comprender por qué ha dominado una «perspectiva singular», tanto en lo que respecta al enfoque como a la estética de diseño. «La falta de diversidad en cuanto a raza, etnia y género ha dado lugar a una carencia de diversidad en el pensamiento, los sistemas (como la educación), las ideas y, lo más importante, las creaciones», comenta Seals.

Además, motivado por las palabras alentadoras de la Dra. Cheryl D. Holmes-Miller, autora de un artículo publicado en la revista PRINT y titulado Black Designers: Still Missing in Action, se embarcó en la creación de una plataforma de tipos que no solo estuviera fundada y dirigida por un diseñador negro, sino que también comercializara tipos de letras inherentemente politizadas.

En líneas generales, el objetivo de Vocal Type es diversificar el diseño mediante la creación de tipos de letras que destaquen un aspecto histórico de una raza, etnia o género infrarrepresentado. Cada lanzamiento representa una historia esencial contada a través de los elementos más fundamentales del diseño: las formas de las letras. Algunos de estos tipos son Martin, en honor a Martin Luther King; William, en honor al activista W. E. B. Du Bois; y Ruben, inspirado en el movimiento «Moratoria Chicana», que se sumó a las protestas contra la guerra de Vietnam. El lanzamiento más reciente de Vocal es Marsha, dedicada a Marsha P. Johnson, una mujer transgénero negra que fue una de las figuras más importantes de la revuelta de Stonewall de 1969.

Coge un rotulador y ponte a escribir.

En la actualidad, la gran disponibilidad de herramientas de diseño digital hace que sea cada vez más fácil para las personas aficionadas al diseño crear materiales de protesta llamativos. Sin embargo, los carteles escritos a mano tienen un gran impacto y desempeñan una función distinta a la del «buen» diseño gráfico, caracterizado por el dominio técnico y las fuentes cuidadas y profesionales. Nada captura la pasión y la espontaneidad de la protesta como los carteles hechos a mano. En ocasiones, el carácter urgente de las protestas nos obliga a coger un rotulador y ponernos a escribir, y en su mayor parte, la tipografía de las protestas sigue estando muy vinculada al ámbito de la escritura a mano.

Cabe destacar que la caligrafía a mano conserva un lugar potente y prominente en las protestas, teniendo en cuenta que el activismo actual tiene presencia tanto en Internet como en las calles, con gráficos y lemas tipográficos que se multiplican como GIF, pósteres digitales y otros medios que se comparten fácilmente en redes sociales (y que permiten practicar lo que se conoce como «postureo ético»). Tal como señaló The New York Times, en referencia a las manifestaciones de Occupy Wall Street de 2011, «dado que los carteles de cartón escritos a mano se han convertido en el sello distintivo del movimiento Occupy, uno se pregunta si, hoy en día, todavía hay lugar para el póster en la viralización de mensajes».

Como señala Dori Tunstall, estos carteles hechos a mano no se consideran oficialmente «diseños», pero ofrecen algunas de las expresiones más memorables de ira y esperanza que podríamos ver en cualquier protesta civil. También generan un impacto duradero cuando se fotografían: las llamativas formas de las letras manuscritas en cualquier superficie que los manifestantes puedan encontrar, ya sea cartón, papel, sus propios cuerpos y rostros, o (en tiempos de COVID) mascarillas, protagonizan imágenes impactantes.

Esto es algo que David Holbrook, que fotografió una de las protestas de Black Lives Matter que se celebró recientemente en Londres, puede atestiguar. Afirma que centra primero su atención en las personas, luego en los mensajes y, principalmente, en los carteles que ofrecen un cierto grado de simetría estéticamente agradable. «Hay ciertas frases como “Silence is Violence” (“El silencio es violencia”) y, obviamente, “Black Lives Matter” (“Las vidas negras importan”). Los carteles completamente hechos a mano muestran de inmediato que alguien les ha dedicado su tiempo. Pueden ser muy expresivos».

«Las letras de molde te permiten ver bien el texto», añade. «Todo está en mayúsculas para captar la atención, y da la sensación de que el mensaje se está gritando».

La redactora independiente Emily Gosling vive en Londres, escribe sobre arte y diseño y es editora general de Elephant, la revista. Colabora en publicaciones como AIGA Eye on Design, Creative Review y Creative Boom, y su libro sobre el proceso creativo, «Great Minds Don't Think Alike», fue publicado por Ilex Press en 2018.

Imagen de portada: Mural callejero, Newark, NJ. Escrito con el tipo de letra Martin de Vocal Type. Crédito de la fotografía: Isaac Jiménez.